Caracas, 20 de noviembre de 2017.- Los niños como seres humanos que son deben gozar de los derechos inherentes a tal condición, pero de ninguna manera son adultos pequeños; tienen características, necesidades y capacidades diferentes; por tanto, necesitan de una protección especial, derechos propios y velar porque estos sean respetados hasta que lleguen a la adultez.
Es por ello que, en 1948 la Organización de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y con ella implícitamente los derechos del niño. Posteriormente, en 1959 la Asamblea General aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, dándole mayor relevancia a sus derechos específicos a largo de 10 principios.
Estos 10 principios son: derecho a la vida; derecho al juego; derecho a opinar, ser respetados y tomados en cuenta sus puntos de vista; derecho a tener una familia; derecho a la salud; derecho a la protección contra el trabajo infantil; derecho a un nombre y una nacionalidad; derecho a la alimentación y la nutrición; derecho a vivir en armonía y; derecho a la educación.
Aquella Asamblea determinó que el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) fuera el organismo encargado de la protección de los “menores” (aquellos con menos de 18 años de edad). Desde entonces, se encarga de la protección jurídica de los niños, de donde derivó el 20 de noviembre de 1989 la Convención sobre los Derechos del Niño.
Hoy en día, muchos han concienciado la importancia de proteger la supervivencia de la especie humana desde su colectivo más vulnerable, de allí que 191 países de todos los continentes han ratificado la Convención. Incluso, según datos de la propia Unicef, en la actualidad hay aproximadamente 300.000 niñas y niños participando en conflictos armados en todo el mundo, en roles que van desde combatientes involuntarios, pasando por esclavas sexuales hasta atacantes suicidas, y en estos casos se violan todos los derechos de la Convención.
El camino para garantizar los derechos de las niñas, niños y adolescentes es largo, pues no basta con tener un cúmulo de leyes donde se establezcan sus derechos, sino que es menester tener los mecanismos y la voluntad para hacerlos respetar. Adicionalmente, la desigualdad y la pobreza vulneran sus derechos desde la supervivencia, la educación o la salud.
En Venezuela, con la llegada de la Revolución Bolivariana, las niñas, niños y adolescentes gozan de una legislación diseñada especialmente para ellos, donde se ratifica y amplían los derechos establecidos en la Convención de las Naciones Unidas para la niñez, se garantiza el derecho al buen trato, a una vida libre de violencia y se crean Misiones para protegerlos en casos de especial vulnerabilidad, como la Misión de Niños y Niñas del Barrio o la Misión Niño Jesús.
Finalmente, se han creado organismos como: el Consejo Nacional de Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes; hospitales especializados como el Hospital Cardiológico Infantil Latinoamericano, para garantizar su salud, y en cada centro educativo, especialmente los de la Fundación Nacional “El Niño Simón” (Fnns), el personal está abocado a vigilar los derechos de los semilleros de la Patria.