A propósito de celebrarse este este 3 de septiembre el "Día Mundial de la Higiene", hablaremos de los hábitos indispensables para los niños y niñas, y de como ayudarles a formar esos hábitos, estrategias y soluciones para promover en los pequeños actitudes responsables.
En la medida que los pequeños van creciendo, hay tareas de higiene que deben ir aprendiendo a realizar por sí solos, especialmente si van ingresar a la etapa de educación inicial o prescolar donde no podremos estar con ellos para ayudarlos.
Entre los hábitos más importantes que deben ir adquiriendo los pequeños, en primer lugar lavarse las manos, pues son el punto de contacto con toda clase de objetos y personas, por tanto son la vía de acceso de muchas bacterias y microbios, acostumbrarlos a lavarlas antes y después de comer, después de ir al baño, y al llegar a casa por si han tocado algo sucio, podrá evitar cualquier riesgo de enfermedad.
Otra costumbre muy importante a fomentar es el limpiarse solos después de ir al baño, esta tomará más tiempo, pues debe realizarlo con cuidado para así evitar que las heces puedan entrar en contacto con sus genitales, por lo que esencialmente hay que supervisar esta acción hasta asegurarnos que lo hacen de modo seguro.
Lavarse los dientes es otra práctica que debe comenzar tan pronto como aparezcan sus primeros dientes, en esta acción es preciso acompañarlo desde el principio para ir guiando poco a poco el cepillado y es hasta después de los tres años, cuando ellos podrán hacerlo solos sin ningún problema, aun así hay que inspeccionar que realicen el cepillado del modo correcto.
Otros hábitos no menos importantes son: tomar el baño por si solos, no tocar las heces de nuestras mascotas en casa o en la calle, no manipular basura libremente o permitirles el juego con agua estancada, aprender llevarse la mano a la boca al toser o estornudar, botar la basura en los lugares dispuestos para ello, entre otros.
Inculcar estos hábitos, a veces parece ser una tarea cuesta arriba, pero hay que recordar que estos tienen su propio mecanismo de fijación, y así mediante la repetición y la asociación con experiencias positivas, se les puede hacer parecer que son actividades divertidas y no una obligación.
La acción comienza en casa con el ejemplo, esperando que ellos emulen la conducta, supervisando como lo hacen, mientras aprenden a hacerlo solos, con mucha paciencia y respeto, pues, cada quien tiene su propio tiempo. Imponer estas labores con regaños o amenazas, no facilitará las cosas; los pequeños las guardarán en su memoria como un recuerdo incómodo, convirtiéndolas en misión desagradable, y esta impresión, al igual que su actitud al respecto, será difícil de modificar.
Permitirles jugar con las burbujas de jabón, disfrutar del baño, invitarlos a participar de la higiene del hogar o cepillarse los dientes juntos o explicarle la razón de hacerlo, puede ayudar desarrollar estos hábitos. Recordemos que la finalidad de estas acciones cotidianas, es inculcar el valor de la higiene que se irán transformando día a día en hábitos y contribuir a la formación de las buenas prácticas sociales.